Cristalizar
un diálogo con Yoandris Hernández Garrido me costó dos años de espera.
Luego de un encuentro fugaz en que prometió localizarme en La Voz del Toa, solo hace poco, y de manera casual, volvimos a vernos a mi regreso de Maguana a la Ciudad Primada, en viaje de trabajo.
Lo
circunstancial no era mejor para una posible conversación con quien
todo el mundo llama 24. En plena carretera, bajo sol y apremio, hubo
sabor a gusto.
Para usted debe ser esta una entrevista más. ¿Cuántas le han hecho?
“Bueno, con esta pienso que sean infinitas, porque me han hecho muchas”.
¿De dónde provienen sus entrevistadores?
“Me han entrevistado personas de algunas corporaciones, de la prensa escrita y la televisión, aparezco en Internet, y así”.
¿Toma esos diálogos con la naturalidad de ahora?
“Naturalmente,
porque las entrevistas surgen a partir de la curiosidad que despiertan
mis 24 dedos, algo que para mí no es un problema”.
Sin ser un problema sus 24 dedos, ¿disfruta de la fama que le han dado, o le molesta?
“Para
mí no es ninguna molestia, al contrario. Desde muy pequeño me llaman
cariñosamente 24, me quedé con el mote y me siento muy bien.”
¿Sabe que hay un “23” en Baracoa, llamado El Pulpo?
“Sí, lo conozco desde niño. Hemos sido vecinos, nos relacionamos y tenemos buena amistad”.
¿Han conversado sobre lo propio de las extremidades de ambos?
“A veces hemos bromeado, como hace todo el mundo sobre algo, pero sin importancia”.
Entre la semejanza y lo curioso en ustedes, hay una diferencia evidente
“Como
puedes ver, yo tengo seis dedos normales, lo mismo en las manos que en
los pies. De hecho, me han analizado varias veces en hospitales y me han
dicho que no hay problema, que todo está muy bien”.
¿A qué hospitales ha ido?
“Al de Baracoa y a otros. En La Habana me vio Álvarez Cambras y quedó muy impresionado, porque dice que él, en tantos años de trabajo, no había visto algo igual”.
¿No le traen sus dedos dificultad alguna?
“A
veces se me hace un poquito difícil calzar zapatos de material duro,
pero siempre ando en tenis o en chancletas. Aparte de eso, hago las
cosas como los demás”.
¿Habrá en Cuba un caso similar al suyo?
“No lo sé”.
¿Cómo es su vida en general?
“La de una persona corriente. Me crié y vivo en un barrio cercano al Toa, me gusta mucho la naturaleza y aquí estoy, con un trabajo en Rancho Toa, una esposa e hijos”.
Dicen que todo el mundo tiene sus 15 minutos de fama. Usted ha tenido muchos más
“Hace
mucho la gente tiene que ver conmigo por esto de mis dedos, aunque
también siempre he sido comunicativo, me relaciono con cualquiera y
tengo muchas amistades. A eso también le debo”.
¿Le deben algo a usted?
“Pienso que no. Si me deben algo, que sea espiritual”.
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