“Marines, hijos de puta, me han
matado”. Esas fueron las últimas palabras de Luis Ramírez López, soldado de la Brigada de la Frontera Orden
Antonio Maceo, en Guantánamo, aquella noche del 21 de mayo de 1966. Entonces cuando su cuerpo era alcanzado
por las balas enemigas desde el otro lado de la cerca perimetral.
Sólo llevaba 11 meses en cumplimiento de su
deber, cuando fue asesinado mientras realizaba la guardia en la casamata 65,
instalada a 150 metros
del límite este de esa mentada fortaleza norteamericana. Cubría su turno de
guardia en la Brigada
de la Frontera.
Lo caracterizaba la
exigencia, la entereza y la combatividad, cualidades que, junto a su serenidad y voluntad de hierro,
predominaban en la personalidad de Luis. También lo
acompañaba la simpatía hacia sus
compañeros, quienes reclamaban cubrir la posta con él. Por ello, la indignación
que ocasionara en ellos el vil asesinato del camarada.
El
combatiente “traspasó la cerca que limitaba la Ilegal Base Naval y
después huyó”. Esa fue la razón por la cual un centinela de la infantería le provocó la
muerte. Y de hecho, con el que un portavoz del pentágono, trató de justificar lo
ocurrido, quien alegó entre otras
falsedades, que el suceso se produjo
dentro del perímetro de la
Base Naval Norteamericana.
“Nosotros no
podemos caer en actos y provocaciones que no hemos realizado jamás y de los
cuales sí hemos sido víctimas sistemáticamente durante años, y por otra parte,
no vamos a abandonar la custodia de nuestro territorio". Fue esta la respuesta a esos falsos planteamientos que dera entonces nuestro invicto Comandante en jefe Fidel
Castro Ruz, respecto a esta afirmación.
Muchas teorías se tejieron en torno al vil asesinato del
joven soldado. Sin embargo, el argumento fue
desmentido cinco días después cuando 30 periodistas varias agencias noticiosas,
radicados en Cuba, visitaron la Brigada de la Frontera y allí, en
conferencia de prensa, conocieron todo lo relacionado con el homicidio y probaron la
falsedad de las imputaciones.
Y fue el 18 de octubre del propio año,
cuando el Canciller de la
Dignidad, Raúl Roa García, ante la Asamblea General
de las Naciones Unidas, denunció el alevoso crimen, calificando de insolente la
distorsión del hecho y de absurda la irrupción de soldados cubanos en el
ilícito enclave, espina clavada en el corazón de todos los cubanos.
Luis Ramírez López, había nacido el 19 de mayo de 1944, en Guisa,
Granma y ese día se convertiría en otro combatiente caído a consecuencia
de las constantes provocaciones que se lanzaban desde la ilegal base naval yanqui, territorio ocupado por el gobierno de los
Estados Unidos en Guantánamo.
Ha pasado 48 años del asesinato de este joven soldado, sin embargo, los cubanos nos sentirnos
cada vez más comprometidos con nuestra Revolución victoriosa. Al igual que Luis, fueron otras las víctimas por los ataques realizados por el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba. Por tanto, hoy
nos sobran razones para exigir la retirada inmediata del enclave militar
yanqui de nuestro territorio de una vez y por todas.