Hace 64 años la Asamblea General de las Naciones Unidas
instituyó al 10 de Diciembre como Día de los Derechos Humanos, efeméride
que hoy debería ser motivo de festejos, a no ser por la violación
consuetudinaria de esos derechos, en muchas partes del planeta, por parte de
quienes se autocalifican sus defensores.
Constituiría un
disimulo inútil ocultar que a la cabeza de esos falsos devotos de los
derechos humanos figura Estados Unidos de Norteamérica, uno de los votantes
a favor de la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada dos años
antes, en 1948, por el máximo
organismo internacional y germen de esa loable, pero hasta ahora irrealizada
iniciativa, lastrada desde su nacimiento por concentrar su contenido en el
disfrute individual de derechos, y enfatizar en los de carácter civil y
político.
Aunque el artículo 3 de la
Declaración (Derecho a vivir en Libertad) subraya que “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la
libertad y a la seguridad de su persona”, ese acápite puede incluirse entre los menos
aplicados y ejercitados en el vecino país norteño y en otras
latitudes.
¿Acaso lo
obedecieron los dos policías que en Nueva York y Fergunson,
respectivamente, asesinaron a mansalva a dos afro norteamericanos que no
portaban armas? ¿No tenían las víctimas, por el color de su piel y
posición social, derecho a la
vida? ¿Acaso acataron el
contenido de “La Declaración…” los jurados horros de vergüenza
–integrado mayoritariamente por ciudadanos blancos- que “por falta de pruebas”
absolvieron, a los dos uniformados?
Sin entrar a detallar si Adán, en su testamento, privó de sus
derechos humanos a los prisioneros torturados en las ergástulas del
territorio ocupado ilegalmente, con métodos que hubieran hecho palidecer a
los que recurrió el nacional socialismo alemán para exterminar a los
judíos, durante la II Guerra Mundial, o a los civiles vietnamitas,
iraquíes, y a los miles de latinoamericanos asesinados durante la
Operación Cóndor, ¿cabría indagar por qué los representantes de Estados
Unidos en la ONU y en otros escenarios internacionales tienen la sangre
fría de deletrear de-re-chos-hu-ma-nos, en voz alta ?
¿Por qué el Imperio
acusa de violadora de
esos derechos –solo por el hecho de no someterse a sus designios- a Cuba, bloqueada y agredida por
los mismos imperialistas; de
manipular a la opinión pública sobre la verdad de uno de los pocos países que prácticamente
ha cumplido los Objetivos de Desarrollo Humano del Milenio, entre ellos,
erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria
universal, promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la
mujer, reducir la mortalidad de
los niños menores de cinco años, sin perjuicio de su colaboración con el
mundo, en materia de educación, de salud y de lucha contra enfermedades
mortales, como el Ébola?
¿Por qué no se autocuestiona la razón por la cual el mundo se opone cada vez más a
su bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, como lo
corroboran las votaciones abrumadoras a favor de la moción que anualmente
se presenta en la
Organización de Naciones Unidas contra esa acción genocida?
A
pesar de que los medios de comunicación masiva están en manos de las
transnacionales de EE.UU o
países afines, a los Tartufos
de los Derechos Humanos resulta imposible evitar que circulen por Internet verdades como
las que siguen:
“Como
quien porta un candil para alumbrar la calle manteniendo a oscuras la casa,
Estados Unidos emite periódicamente enjundiosos informes sobre la
violación de los derechos humanos en todos los países del mundo, menos en
uno: Estados Unidos.
“
Amnistía
Internacional, tras la divulgación de un informe del Senado estadounidense
sobre las torturas de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, por
sus siglas en inglés), denuncia la impunidad que asiste a los violadores de
los derechos humanos en Estados Unidos.
“Este informe es "un duro recordatorio de la actual impunidad por las muchas abominables violaciones de los Derechos Humanos perpetradas en nombre de la 'seguridad nacional'", critica la AI en un comunicado difundido este martes.
“La organización defensora de derechos humanos se lamenta de que, pese al gran número de evidencias existentes, ninguno de los implicados en el programa de torturas de la CIA haya sido llevado ante la Justicia.
"Las limitadas investigaciones del Departamento de Justicia acabaron en 2012 sin que nadie fuera imputado. Igualmente, la destrucción por parte de la CIA de cintas de video de sesiones de interrogatorio en las que podía haber pruebas de delitos tampoco ha conllevado cargos".
“Este informe es "un duro recordatorio de la actual impunidad por las muchas abominables violaciones de los Derechos Humanos perpetradas en nombre de la 'seguridad nacional'", critica la AI en un comunicado difundido este martes.
“La organización defensora de derechos humanos se lamenta de que, pese al gran número de evidencias existentes, ninguno de los implicados en el programa de torturas de la CIA haya sido llevado ante la Justicia.
"Las limitadas investigaciones del Departamento de Justicia acabaron en 2012 sin que nadie fuera imputado. Igualmente, la destrucción por parte de la CIA de cintas de video de sesiones de interrogatorio en las que podía haber pruebas de delitos tampoco ha conllevado cargos".
Post data: Sin ser experto en Derecho Internacional, opina el
periodista que el pecado original reside en no haberse instituido, antes de la fecha
- homenaje que hoy a unos alegra y a la mayoría –los familiares de
millones de víctimas- entristece, otra de más alcance: el día de los
Deberes Humanos.
Seguramente, como un escolar indisciplinado y más fornido que sus
condiscípulos, Estados Unidos no haría la tarea o obligaría a uno más
débil a que hiciera la suya,
mientras en otras escuelas de la Unión, los padres de un niño abaleado por
un vecino de pupitre, un
francotirador o un esquizofrénico, acusaría a la Asociación Nacional del
Rifle, por oponerse a la regulación de armas en manos de la población.
Y un jurado, integrado por fabricantes
de ametralladoras y pistolas, bloquearía (divina forma verbal imperialista)
el atestado.
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