Rodolfo Rosell Salas: La humildad asesinada
Aquella mañana del 12 de julio de 1962, el pescador Rodolfo Rosell Salas, radicado en Caimanera, alistó su bote hacia la salida de la bahía de Guantánamo para cumplir su esforzada labor. Entonces no imaginó que volvería dos días después, sin vida a su hogar donde lo espera esposa Eloísa, quien esperaba su tercer hijo.
Debía de retornar al día siguiente, sin embargo, el día 14, los compañeros de la cooperativa pesquera donde laboraba y los guardacostas cubanos, después de buscarlo dos días, hallaron su cadáver boca arriba y en estado de descomposición, sobre la popa del bote Las dos Hermanas, en la zona de Tres Piedras, área de la Ilegal base naval Yanqui. ¿El motivo de la muerte?: Hemorragia intracraneana.
Horrenda Muerte:
Los marines yanquis de la Ilegal Base Naval en Guantánamo, se ensañaron con Rodolfo Rosell. Cual si cual si fuera un animal, tras provocarle varias heridas con punzones en el cuerpo, le golpearon el cráneo hasta provocarle la muerte. Fue en su bote donde encontraron ya inerte el cuerpo del humilde pescador junto a su perro, inseparable amigo en su vida y en esta fatal desgracia.
Nuevamente se derramaba sangre cubana en las costas de la Ilegal Base Naval Yanqui. Esta vez la de un humilde pescador quien trató de hacer valer su derecho de navegar en aguas territoriales de su país. Y ante tamaña acción, millones de cubanos en todo el país repudiaron el crimen y protestaron por la política agresiva del imperio norteamericano.
El sepelio de Rodolfo Rosell Salas fue una estremecedora manifestación de duelo popular en Caimanera, además de un rotundo rechazo del pueblo cubano a la barbarie norteamericana. Su muerte respondió a una agresiva política de provocaciones ejecutadas por las fuerzas armadas norteamericanas, cuyo propósito fue buscar una respuesta cubana para justificar una agresión contra nuestro país.
Para ningún cubano es un secreto las constantes amenazas que había de soportársele a los marines reaccionarios del enclave militar, quienes desbordados de rabia, ofendían a los pescadores y les aseguraban que todo el desagravio que tenían contra el gobierno cubano, lo tomarían contra ellos.
No fue Rodolfo Rosell la única víctima legada por la Ilegal Base Naval yanqui, espina clavada en el corazón de Cuba hace más de un siglo. También lo fueron el pescador Rubén López Sabariego, Ramón López Peña y Luis Ramírez López, combatientes del otrora Batallón Fronterizo, cuerpos ultimados por los marines imperialistas, quienes impotentes ante el triunfo y desarrollo de la Revolución, arremetieron con odio contra estos valerosos jóvenes cubanos.
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